Bartleby, el escribiente es una de las narraciones más extrañas de la historia de la literatura, y su protagonista uno de los más excéntricos especímenes de la raza humana, cuyo lúcido e implacable nihilismo recuerda las teorías chinas acercas de la conducta ideal del emperador y del hombre santo.

El personaje que da nombre al cuento principal de este volumen pasa por ser uno de los tipos más curiosos de la literatura universal. Bartleby se presenta a un puesto de escribiente de un abogado de Wall Street (que narra la historia en primera persona), pero enseguida empieza a negarse a hacer nada que no sea estrictamente copiar con una frase que ha devenido famosa: "I'd prefer no to". Después, ante la cólera de sus compañeros y el pasmo del patrón, se va negando a hacer nada, sin levantar la voz y con suma educación, y luego se instala en el despacho como si fuese su casa. No contaré el final, pero el relato es realmente sorprendente. No sé si lo más asombroso es esta especie de espectro viviente y pasivo hasta la locura, o la paciencia de su jefe, inexplicable incluso para él, a pesar de sus autoconvencimientos de raíz filantrópica y religiosa. La religión está también detrás de los demás cuentos, de los que destacaré igualmente su personajes principales, extravagantes pero no tanto como Bartleby: un vendedor ambulante de pararrayos, un violinista huido del mundo, una especie de vagabundo que busca a la humanidad en los templos... En fin, una buena y breve colección de cuentos en la mejor tradición norteamericana del siglo XIX. ( )

Non saprei trovare un altro termine per definirlo se non “capolavoro assoluto”.
Ricordo che quando lo lessi, qualche anno fa ormai, al primo impatto mi scatenò nervosismo ed esasperazione. Pensavo che se mai mi fossi trovata davanti nella vita reale un personaggio del genere avrei finito per mandarlo a quel paese nel giro di 10 minuti!
Poi presto il senso di fastidio si è trasformato in profonda inquietudine, nel rendermi conto che l’esasperante “preferirei di no” di Bartleby non era un semplice rifiuto, perché non era mai un “no” deciso, ma un progressivo ed inesorabile distacco dalla realtà e alla fine dalla vita stessa. Un distacco sistematico da tutto e da tutti fino all’inevitabile conclusione.
Si possono dare mille spiegazioni di questo atteggiamento. E io credo che tutte possano essere vere e nello stesso tempo assolutamente sbagliate. In fondo non lo sapremo mai.
E forse proprio in questo sta la grandezza del racconto. Per ognuno di noi c’è qualcosa di inaccettabile nella vita che ci crea disagio. Ciascuno vede in Bartleby se stesso, e il rifiuto di Bartleby diventa il rifiuto di tutti, per ognuno diverso.
Un libro da rileggere sicuramente. ( )