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Loading... Las herejias medievales de Oriente y Occidenteby Emilio Mitre Fernández
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Análisis de las diversas escisiones, sectas y herejías que han aparecido desde los inicios del cristianismo hasta la aparición de la Inquisición. No library descriptions found. |
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INTRODUCCION
Si a la etimología nos remitimos, el término herejía no tiene
un sentido peyorativo. En griego, haeresis significa opinión,
filsofia, opción espiritual libremente elegida, etc
Flavio Josefo, historiador judío (años 37 a 100 de nuestra Era
al referirse al mundo palestino de tiempos de Jesús habla de
diversas filosofías o bandos religiosos -nosotros acostumbramos
a traducirlo por sectas- entre los que destacaban los saduceos,
fariseos y esenios. Estarían ligados, respectivamente, al Templo,
a la sinagoga y a unas formas protomonásticas cuyas conexiones con
el primitivo cristianismo siguen siendo objeto de especulación
Cabe también distinguir otros muchos grupos: baptistas, helenianos,
mandeos, nasoreos o zelotas; estos últimos frontalmente
opuestos a la autoridad romana. Desconocemos el grado de
implantación de muchos de ellos y, en determinados casos,
incluso la doctrina en que se sustentaban.
La idea de herejía sería retomada en distintas epístolas del
Nuevo Testamento. Se acostumbra a destacar un pasaje de San
Pablo (1 Cor. 11, 19) en el que se dice: «es necesario que entre
vosotros haya bandos (oportet haereses esse en la versión de la Vulgata
latina) para que se vea quién es de probada virtud». El llamado
Apóstol de los Gentiles estaba testimoniandp la variedad de opiniones
consustancial a la difusión del mensaje de Cristo.
Andando el tiempo, sin embargo, se impuso como oficial la
idea de Ireneo de Lyon a fines del siglo II: la Iglesia había sido
una en sus orígenes, pero las herejías-consideradas ya como
errores doctrinales a los que había que combatir- habían introducido
la discordia. Frente a las perversiones heréticas se alzaba la
ortodoxia, entendida como recta opinión, como cuerpo de doctrina
del que los apóstoles habían sido depositarios y que los obispos,
sus sucesores, se encargaban de mantener. El de Roma se
convertiría, desde fecha indeterminada, en el guardián por excelencia
de ese legado. Roma locuta casa finita est, se dirá al tomar...