Fue una diosa, famosa y adorada como ninguna otra. Se metía bajo la piel de todos, sin excepción. Desde muy abajo, llegó a alturas de vértigo, convirtiéndose así en figura de identificación de las masas, por cuyo favor luchó como por el aliento vital. Fue fuerte y débil al mismo tiempo. Vivió con enorme intensidad y eso la hizo tan grande. Su secreto fue ser simplemente ella misma: esa autenticidad le dio la voz penetrante y tan personal que la hizo famosa. Su pasión, su vitalidad y su entrega a lo inalcanzable la llevaron a ser la más renombrada intérpreté deja canción de Francia.
La Piaf fue una extremista de la singularidad, una rebelde sin límites; todo lo quería al mismo tiempo. Non, je ne regrette rien decía una de sus últimas canciones y ese fue también el programa de su vida: vivir a fondo, sin lamentar nada.
“Mi voz no canta sola; en mi canta la voz de muchos dijo en una ocasión: Pero la compasión y la caridad no fueron el único motor de su arte; sus fuerzas impulsoras residían en la autodepuración, en el afán por la verdad sin inhibiciones y, por último, en la lucha por la existencia.
El autor, musicólogo y escritor, nos acerca una biografía rica en facetas, cautivante por su tragedia y por su brillo. Emociona, impresiona y conmueve.